En un decisivo «Súper Martes», millones de electores en 16 estados y el territorio de Samoa Americana acudieron a las urnas para las elecciones primarias de sus respectivos partidos, eligiendo a dos candidatos que generan división entre los estadounidenses: el demócrata Joe Biden y el republicano Donald Trump. Aunque los resultados finales en algunos estados se esperan para el miércoles, las proyecciones sugieren que ambos candidatos liderarán de manera abrumadora en la mayoría de los concursos.
Este proceso electoral se llevó a cabo bajo el escrutinio de nuevas medidas de voto y un récord en gastos electorales, con una inversión total reportada de 65 millones de dólares, destacando el alto costo de la contienda en estados como Carolina del Norte, California y Alabama.
La contienda estuvo marcada por el debate sobre temas críticos como la inmigración y la economía, con encuestas a pie de urna mostrando que un segmento significativo del electorado aún cuestiona el resultado de la elección presidencial de 2020, pese a la ausencia de evidencia que respalde sus dudas. Este escenario resalta la profunda polarización política que enfrenta el país, con acusaciones cruzadas entre Biden y Trump sobre el futuro de la democracia estadounidense.
Trump aprovechó sus victorias para reiterar su retórica antimigrante y atacar a Biden, calificándolo como «el peor presidente en la historia». Por su parte, Biden enfocó su discurso en la elección general, advirtiendo sobre los riesgos de un retorno al «caos, división y oscuridad» que, según él, definió la presidencia de Trump.
Las elecciones también reflejaron la preocupación de los votantes sobre el impacto que tendría el triunfo de cualquiera de los candidatos, con algunos temiendo que la victoria de Trump podría significar «el fin de la democracia en Estados Unidos», mientras que otros advierten sobre una posible «guerra civil» si gana Biden.
A pesar de las victorias de Biden y Trump, una campaña del Partido Demócrata instó a votar «no comprometido» en protesta contra las políticas de Biden hacia Israel y Palestina, logrando una notable cantidad de votos en varios estados. Este acto refleja un descontento subyacente con las opciones presidenciales predominantes y la búsqueda de alternativas por parte de algunos sectores del electorado.
En un giro sorprendente, la contienda política se vio salpicada por teorías de conspiración y retórica extremista, como las declaraciones del vicegobernador republicano de Carolina del Norte, que reflejan la creciente polarización y el surrealismo que rodea al proceso electoral estadounidense.
A medida que los candidatos se preparan para la elección general, el país se enfrenta a un momento crítico de reflexión sobre su futuro político, con Biden y Trump representando visiones radicalmente diferentes para Estados Unidos. La polarización y los desafíos estructurales que enfrenta la democracia estadounidense se mantienen como temas centrales en el camino hacia noviembre.