El primero de julio de 2018 triunfó el lopezobradorismo y alcanzó la Presidencia de la República. Cuatro años después esta corriente de poder político en México, que no partido, gobierna 22 estados y es mayoría en las Cámaras federales y Congresos Locales.
De la misma manera, en estos 4 años, la oposición, particularmente PRI y PAN, han ido perdiendo posiciones en el tablero político nacional y están arrinconados en el cuadrilátero electoral recibiendo los embates desde la Presidencia, las cámaras legislativas, los Congresos locales y presidencias municipales.
El cambio de régimen, como en algún momento lo denominó el entonces candidato Andrés Manuel López Obrador, se ha ido gestando, el sistema de partidos se rompió y no parece haber en este momento algo parecido que lo sustituya, sino más bien una figura presidencial electoralmente muy poderosa y el debilitamiento institucional del “antiguo” régimen.
En dos años habrán elecciones para la presidencia de la república y todos los indicios nos señalan que López Obrador podrá no sólo poner un candidato que será altamente competitivo bajo las siglas de Morena y sus aliados, sino que -en teoría- estaría en condiciones de continuar sin mayores problemas el precepto ideológico denominado Cuarta Transformación.
Antes tendrá que pasar la aduana del 2023, donde se jugarán elecciones en el Estado de México y Coahuila, los dos últimos resabios del PRI, que en estos momento camina hacia su extinción.
La oposición, llámese PRI-PAN-PRD porque Movimiento Ciudadano se mueve aparte, podría llegar al 24 con un escenario desolador de no alcanzar triunfos en Edomex y Coahuila.
En estos momentos, todas las encuestas serias, con todos los careos posibles, dejan claro que Morena con Claudia Sheinbaum, Adán Augusto López o Marcelo Ebrard, ganarían ampliamente la contienda del 24. Más aún, si la alianza Va por México se rompe, luego de que dos de los dirigentes (Alejandro Moreno, PRI y Marko Cortés, PAN) están debilitados y mal vistos por sus correligionarios, luego de las derrotas recientes del 2021 y 2022.
¿Qué es lo que se ve en estos momentos en el horizonte político de México? El restablecimiento de un régimen de partido único, dominante, cuya premisa es avasallar lo que estaba antes, incluso si para ello se atropellan instituciones, con dos arietes al frente que siguen vigentes aunque no se quiera ver: Un Presidente casi mítico, de funcionamiento sumamente eficaz electoralmente, que no pierde su base de seguidores y por el otro lado un electorado fiel que se hartó de escuchar promesas de una clase política que nunca cambió, ni ha cambiado su discurso, a la que le sigue dando la espalda y que, al menos en el corto plazo, no le representa nada.