El enfriamiento rápido del Atlántico, especialmente en el norte, ha llamado la atención de científicos y expertos en cambio climático. Este fenómeno, que parece contradecir la tendencia general de calentamiento global, puede estar vinculado a una combinación de factores climáticos y oceánicos complejos.
Uno de los factores más relevantes es la desaceleración de la Circulación Meridional de Vuelco del Atlántico (AMOC, por sus siglas en inglés), un sistema de corrientes oceánicas crucial que transporta aguas cálidas desde el trópico hacia el norte y aguas frías hacia el sur. A medida que esta circulación se debilita, el transporte de calor hacia el Atlántico Norte disminuye, lo que provoca un enfriamiento en esa región.
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Este debilitamiento podría estar relacionado con el derretimiento del hielo en Groenlandia, que añade grandes cantidades de agua dulce al océano, afectando la densidad del agua y, por ende, la circulación.
Además, algunos científicos sugieren que el aumento de aerosoles en la atmósfera, tanto de origen natural como humano, podría estar contribuyendo a este enfriamiento. Estos aerosoles pueden reflejar la radiación solar, lo que reduce la cantidad de calor que llega a la superficie del océano.