Se estima que entre el 1 de enero de 2020 y el 31 de diciembre de 2021, la pandemia provocó aproximadamente 14.9 millones de muertes en el mundo, según la ONU. La OMS reportaba, para finales de 2023, más de 7 millones de muertes confirmadas, aunque se plantea que el exceso de mortalidad pudo ascender mucho más. El impacto no se limitó al COVID: durante el primer año de la pandemia se registró un fuerte incremento en trastornos de salud mental como depresión y ansiedad, y se interrumpieron servicios esenciales para enfermedades crónicas.
Golpe al sistema económico
El confinamiento global del segundo trimestre de 2020 derivó en la peor recesión desde la Gran Depresión, con efectos sin precedentes en economías avanzadas y emergentes. Aumentó la pobreza por primera vez en décadas, se profundizó la desigualdad y se destruyeron empleos, especialmente entre los con menor nivel educativo. Las cadenas de suministro globales sufrieron cuellos de botella, afectando la disponibilidad de productos y alzando la inflación .
Lecciones institucionales
Aunque surgieron herramientas como el Fondo de Pandemias de la OMS y el Banco Mundial, las donaciones quedaron por debajo de lo esperado: apenas 1 600 millones de los 10 000 millones solicitados. Diversos análisis coinciden en que los sistemas de salud y gobernanza global no estaban lo suficientemente preparados para una amenaza de esta magnitud .
Riesgos futuros: ¿estamos listos?
Amenaza constante de patógenos zoonóticos
Mercados de animales vivos, deforestación y cría intensiva de ganado han propiciado condiciones ideales para saltos zoonóticos. Un estudio reciente alerta que hábitats como los mercados de Indonesia pueden desencadenar brotes nuevos .
Cambio climático y factores ambientales
El creciente desbalance climático está alterando los patrones de enfermedades infecciosas y vectoriales, elevando el riesgo potencial de futuras pandemias.
Falta de preparación global
Cinco años después de que comenzó la COVID‑19, numerosos expertos y exlíderes señalan que la coordinación y el financiamiento internacional siguen siendo insuficientes. La debilidad del Fondo de Pandemias, la falta de un tratado vinculante y la fragmentación de los sistemas de salud amenazan una respuesta efectiva.
Claves para mejorar la respuesta global
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Fondo y financiamiento sólido: incentivar contribuciones plenas al Fondo de Pandemias y reducir las brechas entre países ricos y pobres.
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Vigilancia y detección temprana: monitoreo en vivo de mercados, zonas rurales y sistemas de ganadería; impulso a infraestructura de bioseguridad .
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Gobernanza internacional fuerte: ratificar tratados vinculantes, promover la equidad en vacunas, compartir datos y tecnología, y mejorar la coordinación logística .
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Capacitación y simulacros: fortalecer los sistemas de salud pública con planes claros, roles definidos y prácticas regulares fiscales y operativas .
La pandemia de COVID‑19 representó no solo una tragedia humana y socioeconómica, sino también una llamada de alerta global: la estamos escuchando, pero aún no actuamos con la urgencia requerida. La probabilidad de nuevos patógenos como una posible “Disease X” está en aumento, debido a la combinación de presión ambiental, encierro geográfico y debilidad institucional .
La lección es clara: para proteger el futuro necesitamos unir ciencia, política y finanzas en un frente global, resiliente y preventivo. De lo contrario, estaremos postergando lo inevitable: una nueva emergencia con consecuencias aún más devastadoras.