El Dodo, un ave no voladora que habitaba en la isla Mauricio, es un símbolo de la extinción causada por la actividad humana. Descubierto por marineros neerlandeses en 1598, su desaparición en menos de 80 años fue el resultado de la caza, la destrucción de su hábitat y la introducción de especies invasoras. Nuevas investigaciones han documentado la extinción de 610 especies de aves en los últimos 130 mil años, muchas coincidiendo con la expansión del ser humano.
El estudio también destaca las graves consecuencias ecológicas de la pérdida de aves. Muchas especies aviares cumplen funciones cruciales en los ecosistemas, como la dispersión de semillas, la polinización y el reciclaje de materia orgánica. La desaparición de estas especies altera gravemente estos procesos naturales, como se ha visto en islas como Mauricio y Hawái, donde casi todos los frugívoros autóctonos se han extinguido.
Leer más… Comienza extinción de especies por cambio climático
Además de la destrucción del hábitat y la caza, las aves en las islas se ven especialmente afectadas por la introducción de depredadores como ratas y gatos. Esto se debe a que muchas aves endémicas, como el Dodo, evolucionaron sin la capacidad de volar, lo que las hizo vulnerables ante nuevas amenazas. La malaria aviar también ha sido un factor de extinción en lugares como Hawái.
Los investigadores advierten sobre la amenaza del cambio climático como un posible impulsor de futuras extinciones. Grandes aves como las de Madagascar y Nueva Zelanda, incluida la Aepyornis maximus, que fue la mayor ave conocida, desaparecieron tras la llegada de los humanos. Estas pérdidas representan miles de millones de años de historia evolutiva única, comparadas con la poda de ramas en el árbol de la vida.