Ciudad de México, 24 de julio de 2025. El uso de recipientes de plástico o biberones para calentar alimentos podría estar relacionado con un mayor riesgo de desarrollar cáncer de mama, advirtió Mariana Segovia Mendoza, profesora investigadora del Departamento de Farmacología de la Facultad de Medicina de la UNAM.
La especialista explicó que estos materiales, en su mayoría, contienen compuestos como el bisfenol A (BPA), un químico con capacidad para alterar el sistema endocrino al mimetizar las hormonas naturales, en particular los estrógenos. Esta imitación hormonal puede detonar vías de señalización que inducen la proliferación descontrolada de células, un proceso clave en el desarrollo del cáncer.
“Los contaminantes no sólo afectan a la célula cancerosa, sino que también reclutan células del sistema inmune, promoviendo una inflamación constante”, señaló Segovia Mendoza.
De acuerdo con la Sociedad Americana del Cáncer, una de cada ocho mujeres en el mundo podría desarrollar cáncer de mama a lo largo de su vida, lo que subraya la importancia de reducir la exposición a sustancias como el BPA.
La académica enfatizó que el riesgo no radica en el uso del horno de microondas como tal, sino en calentar alimentos en recipientes de plástico o unicel, ya que el calor intenso modifica el pH y favorece el desprendimiento de aditivos tóxicos que terminan en los alimentos.
El BPA también puede liberarse por exposición a rayos ultravioleta, como ocurre cuando se dejan botellas de plástico en el interior de un automóvil. Estos químicos, al ingresar al organismo por ingestión, inhalación o contacto, son absorbidos y almacenados en los depósitos de grasa del cuerpo.
Segovia Mendoza alertó que la contaminación plástica es un problema global. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada minuto se vierten al océano residuos equivalentes a un camión lleno de basura plástica, sin contabilizar aún los daños por la quema de estos materiales.
Finalmente, recomendó a la población utilizar recipientes de vidrio o cerámica para calentar alimentos, y evitar dejar productos plásticos, cosméticos o juguetes en lugares con altas temperaturas, como los automóviles, a fin de reducir la exposición a compuestos potencialmente cancerígenos.