En el marco del Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas, Noticias ONU habla con dos lideresas guatemaltecas para conocer cómo trabajan para poner fin al racismo y la violencia en un Estado donde, dicen, las élites no permiten el reconocimiento de la diversidad.
El padre de Juana Sales Morales nunca fue a la escuela, pero aprendió a leer y a escribir por sus propios medios. Durante el conflicto armado en Guatemala, se refugió en México juntos a otras personas del pueblo indígena Maya Mam, y cuando las condiciones de seguridad lo permitieron, lideró las negociaciones de su retorno.
Juana heredó su determinación y resiliencia: “Yo digo que combino los genes de mi papá con la idea de que alguien de nosotros debió haber estudiado. Durante el conflicto, me casé, tuve mi hijo, tuve problemas de violencia y me divorcié. Luego tomé una decisión personal; dije ok, yo me divorcio, pero ahora mi mundo va a ser distinto. Ahora mi reto es seguir estudiando. Tuve que empezar de cero porque mis documentos se quemaron durante el conflicto”.
También heredó las habilidades de liderazgo de su padre, con las que ha movilizado a otras mujeres en el país. Así, es una de las lideresas del Movimiento de Mujeres Indígenas Tz’ununija’, una iniciativa que reúne a 85 organizaciones y a través de la cual ha participado en el Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas que tuvo lugar en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York del 15 al 26 de abril.







