Por primera vez desde 2019, el Banco Central Europeo (BCE) recortó sus tasas de interés este jueves, aunque aumentaron sus proyecciones de inflación y advirtió que los próximos meses serán “agitados” y de poca visibilidad en materia de alza de precios.
La institución con sede en Fráncfort redujo su tasa de depósitos en un cuarto de punto porcentual para dejarla en 3.75 por ciento. Este movimiento se une a medidas similares adoptadas esta semana por los bancos centrales de Canadá, Suecia y Suiza, marcando el inicio de la retirada de algunas de las alzas de tipos más pronunciadas utilizadas para controlar un repunte pospandémico de la inflación.
El BCE comenzó a mediados de 2022 un ciclo de alzas sin precedentes en las tasas en la zona euro para contener el aumento descontrolado de los precios, particularmente de la energía y los alimentos. Esta política ha logrado reducir lentamente la inflación hasta acercarla a la meta oficial del 2 por ciento.
El recorte del jueves proporcionará un nuevo impulso a la economía asediada de la eurozona, formada por 20 de los 27 países de la Unión Europea. Los últimos datos de inflación y crecimiento de los países del euro son mejores de lo esperado, aunque en la actualización publicada este jueves, se prevé una inflación de 2,5 por ciento este año, en lugar del 2,3 por ciento pronosticado anteriormente. Para 2025, el pronóstico de inflación aumentó de 2 a 2,2 por ciento.
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El BCE reconoció una mejora en la inflación, pero advirtió en un comunicado que “las presiones inflacionistas internas siguen siendo intensas debido al elevado crecimiento de los salarios y es probable que la inflación continúe por encima del objetivo hasta bien avanzado el próximo año”.
Incertidumbre en el horizonte
Es poco probable que el recorte de tasas de este jueves marque el inicio de un ciclo de flexibilización monetaria. La presidenta del BCE, Christine Lagarde, aseguró que la velocidad y duración de los futuros recortes son aún “muy inciertos”. “Es un proceso en curso (…), lo que es incierto es la velocidad a la que iremos y el tiempo que tomará”, declaró Lagarde en una conferencia de prensa, añadiendo que “los próximos meses seguirán siendo agitados”, en una tácita invitación a la prudencia.
Según el economista Carsten Brzeski, de ING, “la inflación estancada limitará el margen para recortes adicionales de tasas”. A pesar de la desaceleración de la inflación, que a finales de 2022 llegó al diez por ciento, comprimir los precios hasta llevarlos a la meta del BCE está resultando difícil. La inflación en los 20 países del euro subió en mayo más rápido de lo esperado, hasta el 2,6 por ciento anual, frente al 2,4 por ciento de abril.
En paralelo, la economía de la eurozona también se expandió más rápido de lo esperado en el primer trimestre y salió de la recesión, aunque sigue mostrando un crecimiento lento en comparación con Estados Unidos. Los analistas creen que son escasas las posibilidades de otro recorte en la próxima reunión del BCE.
La política del BCE difiere de la de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed), que también ha subido las tasas de manera continuada, pero que por el momento no prevé recortes en los próximos meses, tras datos económicos mejores de los esperados.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) señaló que el recorte de tasas es “apropiado”, dado el descenso de la inflación en la zona del euro, pero recomendó que tanto los responsables políticos del BCE como los de la Fed deben mantener un enfoque dependiente de los datos.