Ciudad de México. Restos de rocas recolectados en la cara oculta de la Luna por la misión china Chang’e-6 han revelado la presencia de compuestos orgánicos esenciales para la vida, informó un estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences por un equipo del Instituto de Geoquímica de Guangzhou (GIG), de la Academia de Ciencias de China.
Tras alunizar en junio de 2024 en la Cuenca Aitken del Polo Sur —la mayor y más profunda del satélite—, la misión no tripulada recopiló alrededor de tres gramos de material lunar que fueron devueltos a la Tierra. Este fue analizado posteriormente, arrojando resultados que aportan nuevas pistas sobre el origen del Sistema Solar y la posible distribución de los componentes básicos de la vida.
Los investigadores identificaron fragmentos de condritas carbonáceas tipo Ivuna (CI), meteoritos extremadamente antiguos y ricos en carbono, que contienen compuestos orgánicos como aminoácidos y bases nitrogenadas. Entre los hallazgos más relevantes se encuentran 14 de los 20 aminoácidos necesarios para formar proteínas en los seres vivos, así como las cinco nucleobases que permiten la transmisión genética a través del ADN y ARN.
Además, se detectaron niveles excepcionalmente altos de amoníaco y formaldehído, sustancias que podrían haber favorecido reacciones químicas elementales para el surgimiento de la vida. Estos resultados respaldan la hipótesis de que los objetos formados en regiones distantes del Sol pudieron haber transportado los “ingredientes” precursores de la vida hacia la Tierra y otros cuerpos celestes.
El análisis de los isótopos de oxígeno presentes en las muestras permitió confirmar la procedencia de los fragmentos: eran vestigios de meteoritos primitivos, en lugar de formaciones del propio manto lunar, como se estimaba inicialmente.
Según los especialistas, la Luna —casi sin atmósfera y actividad tectónica— funciona como un archivo natural de impactos de asteroides, lo cual facilita el estudio de materiales que pueden datar de hace más de 4,500 millones de años.
Los resultados de la misión Chang’e-6 no sólo abren nuevas líneas de investigación sobre la historia del Sistema Solar, sino que también ofrecen pistas sobre la distribución del agua en la superficie lunar y refuerzan la importancia de este tipo de expediciones científicas para comprender el pasado y el futuro de la vida en la Tierra.






