Boston, agosto de 2025.– Una carencia natural de litio en el cerebro podría ser un factor determinante en el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer, según un estudio pionero realizado por la Facultad de Medicina de Harvard y publicado en la revista Nature.
La investigación, que se prolongó por una década, demuestra por primera vez que el litio está presente de forma natural en el cerebro y es esencial para el funcionamiento normal de todos los tipos principales de células, protegiendo a las neuronas de la degradación.
El equipo liderado por el doctor Bruce Yankner identificó que la pérdida de litio es uno de los primeros cambios asociados al Alzheimer. En modelos con ratones, una disminución similar aceleró el deterioro de la memoria. En algunos pacientes, los niveles reducidos se debían a una absorción deficiente o a que el metal quedaba atrapado en placas beta amiloides, una de las señales características de la enfermedad.
Los investigadores probaron un nuevo compuesto, el orotato de litio, que evitó la captura del metal por las placas amiloides y logró restaurar la memoria en ratones. Este compuesto fue eficaz a una dosis mil veces menor que las utilizadas tradicionalmente en tratamientos para trastorno bipolar o depresión, evitando así los riesgos de toxicidad en adultos mayores.
El estudio utilizó un avanzado método de espectrometría de masas para medir trazas de unos 30 metales en cerebros y sangre de personas sanas, con demencia temprana y Alzheimer avanzado. El litio fue el único metal con niveles significativamente distintos, con cambios detectables en las etapas iniciales de la pérdida de memoria.
“La idea de que la deficiencia de litio pueda ser una causa de la enfermedad de Alzheimer es nueva y sugiere un enfoque terapéutico diferente”, afirmó Yankner.
Aunque los resultados en animales son prometedores, los científicos advierten que deben confirmarse en ensayos clínicos en humanos. También señalan que medir los niveles de litio podría convertirse en una herramienta para detectar el Alzheimer en fases tempranas, ofreciendo una vía potencial para la prevención y el tratamiento.
Actualmente, el Alzheimer afecta a casi 400 millones de personas en el mundo, y los tratamientos enfocados en reducir las placas beta amiloides han tenido resultados limitados en la recuperación de la memoria, lo que hace que este hallazgo abra nuevas perspectivas en la investigación de la enfermedad.