Madrid. Un grupo de astrofísicos sostiene que los telescopios con espejo primario rectangular ofrecen una alternativa más viable que los diseños actuales para detectar planetas similares a la Tierra. Su propuesta busca superar las limitaciones tecnológicas que han frenado la observación de exoplanetas en condiciones habitables.
Detectar un planeta semejante al nuestro es un reto mayúsculo: la luz de su estrella anfitriona es hasta un millón de veces más brillante, lo que dificulta separarlos en las imágenes. Según la teoría óptica, la resolución de un telescopio depende del tamaño de su espejo y de la longitud de onda de la luz observada. En el caso de mundos con agua líquida, la franja clave es la del infrarrojo medio, alrededor de 10 micras, lo que implicaría un telescopio espacial de al menos 20 metros, imposible de lanzar con la tecnología actual.
Obstáculos de otros diseños
Las alternativas en estudio presentan limitaciones:
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Conjuntos de telescopios pequeños, que deberían operar con una precisión equivalente al tamaño de una molécula, algo aún inviable.
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Uso de luz visible, que enfrenta la dificultad de que la estrella es 10 mil millones de veces más brillante que el planeta.
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Parasol espacial, que bloquearía la luz estelar sin ocultar al planeta, pero demandaría moverlo miles de kilómetros para observar otras estrellas, con un costo prohibitivo de combustible.
La propuesta rectangular
En un artículo en Frontiers in Astronomy and Space Sciences, un equipo del Rensselaer Polytechnic Institute y la NASA plantea un telescopio espacial con espejo rectangular de 1 x 20 metros, similar en tamaño al del James Webb (6.5 metros), pero optimizado para trabajar en el infrarrojo medio.
Con esta configuración, sería posible separar la luz de un exoplaneta cercano de la de su estrella en determinadas orientaciones. Rotando el espejo, se ampliaría la capacidad de observación a cualquier posición orbital.
Los investigadores estiman que este diseño permitiría localizar hasta la mitad de los planetas habitables cercanos en un radio de 30 años luz en menos de tres años, sin requerir innovaciones tecnológicas tan radicales como las de otros proyectos.
El concepto se inspira tanto en el JWST como en propuestas experimentales como el Difractor Interfero Coronagraph Exoplanet Resolver (DICER). Aunque aún necesita ajustes de ingeniería, los autores consideran que no enfrenta barreras imposibles de salvar con las capacidades actuales.