Desgaste de la batería: Las baterías de los teléfonos se degradan con el tiempo, lo que significa que un teléfono usado podría no durar tanto como uno nuevo.
Daños ocultos: El teléfono podría tener daños internos que no son visibles a simple vista, como problemas con la placa base o la pantalla.
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Riesgo de fallas: Los teléfonos usados son más propensos a fallar debido al desgaste general y al uso previo.
Problemas de software:
Actualizaciones desactualizadas: Algunos teléfonos usados pueden no ser compatibles con las últimas actualizaciones de software, lo que los hace vulnerables a problemas de seguridad.
Malware preinstalado: Existe el riesgo de que el teléfono usado contenga software malicioso que pueda comprometer tu información personal